El síncope es un síndrome caracterizado por la pérdida transitoria de la conciencia, y habitualmente del tono postural, debido a una hipoperfusión cerebral global, temporal y autolimitada. La evaluación inicial del síncope debe constar de un interrogatorio minucioso, un examen físico completo, la determinación de la tensión arterial en decúbito y ortostatismo y un electrocardiograma, con lo que se puede llegar al diagnóstico hasta en el 50% de los pacientes. El diagnóstico diferencial se debe plantear sobre todo frente a entidades que no se producen como consecuencia de una disminución del flujo sanguíneo cerebral. El tratamiento está dirigido únicamente a mejorar la calidad de vida de los pacientes, salvo en aquellos con síncope cardiogénico, donde además se busca mejorar la supervivencia.