El término psicosis hace alusión a un trastorno mental grave caracterizado por la presencia de delirios, alucinaciones y otros trastornos del comportamiento. Los principales trastornos psicóticos son la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo y el trastorno de ideas delirantes. Sin embargo, los episodios de depresión grave y los episodios manía del trastorno bipolar también pueden presentar síntomas psicóticos. Diversas enfermedades médicas, abuso de tóxicos o alcohol y fármacos pueden producir cuadros psicóticos secundarios, muchas veces indistinguibles de las psicosis primarias. La labor diagnóstica principal es distinguir si se trata de una psicosis primaria o secundaria mediante la exploración física minuciosa y la pruebas complementarias. En las psicosis secundarias el tratamiento es etiológico, aunque también sintomático mediante antipsicóticos. En el caso de la esquizofrenia, el pilar fundamental del tratamiento es aún sintomático. Es preferible el uso de fármacos antipsicóticos de segunda generación o atípicos, especialmente por la menor incidencia de los efectos motores, aunque es necesario un seguimiento de sus posibles efectos sobre el metabolismo. La mayor parte de las guías de consenso de tratamiento diferencian etapas del tratamiento en fase aguda y de mantenimiento. En esta última, tienen un papel más importante algunas modalidades de rehabilitación de diferente finalidad terapéutica e intervención psicosocial.