Las enfermedades óseas y, sobre todo, la osteoporosis son un problema global cuya importancia ha ido en aumento por el envejecimiento progresivo de la población y por la creciente prevalencia de alteraciones del metabolismo óseo en nuestra sociedad.

Por otro lado, el número de fármacos antiosteoporóticos disponibles aumentará considerablemente en los próximos años, debido a la aparición de nuevas terapias y de nuevas dianas. Muchos de los nuevos medicamentos supondrán una magnífica oportunidad para mejorar la adherencia al tratamiento, gracias a la combinación de eficacia y de administración conveniente.

Todo lo anterior convierte la formación continuada en osteopatías en una prioridad, especialmente para los clínicos que atienden a población mayor de 65 años, a mujeres posmenopáusicas o a pacientes que presentan otras condiciones que afectan al hueso (como la enfermedad inflamatoria, la desnutrición, la carencia de vitamina D, o el tabaquismo y el alcoholismo) o que siguen tratamientos osteopenizantes (como la corticoterapia, o el tratamiento antiestrogénico o antiandrogénico).