La enfermedad cerebrovascular supone un problema sanitario de máxima importancia en nuestro medio. Su alta prevalencia, así como sus devastadores efectos sobre la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores, obligan a un completo y actualizado conocimiento, que ayude a paliar sus consecuencias. Definimos la enfermedad cerebrovascular o ictus como un trastorno circulatorio cerebral que altera transitoria o definitivamente el funcionamiento de una o varias partes del encéfalo. Se clasifican en ictus isquémicos e ictus hemorrágicos. Para su correcto diagnóstico etiológico es necesaria una completa historia clínica, exploración general y neurológica, así como pruebas diagnósticas que deben ser realizadas de forma ordenada en función de la sospecha clínica.