Hemorragia cerebral. Hemorragia subaracnoidea

P. IrimiaaR. FernándezaE. Martínez-Vilaa
Doi : https://10.1016/S0304-5412(11)70028-2

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Los ictus hemorrágicos representan aproximadamente el 15-20% de todos los ictus. Según la localización del sangrado se distingue: la hemorragia intracerebral (HIC) por extravasación de sangre dentro del parénquima encefálico, y la hemorragia subaracnoidea (HSA) por extravasación de sangre, generalmente arterial, en el espacio subaracnoideo. En la HIC la etiología más frecuente es la hipertensión arterial. Los datos clínicos son insuficientes para diferenciar la hemorragia cerebral del infarto cerebral, siendo imprescindible para el diagnóstico la realización de una TC o RM cerebral. El tratamiento de la HIC es médico, quedando la cirugía limitada a pacientes con indicaciones muy específicas. La causa más frecuente de HSA es la rotura de un aneurisma. Los síntomas típicos son  la cefalea en “estallido” y presencia de signos meníngeos. La TC es la prueba diagnóstica de elección inicial, quedando la punción lumbar limitada a los casos en que la TC es negativa y persiste la sospecha. Aunque la angio-RM o angio-TC pueden demostrar la formación aneurismática, es necesaria la angiografía. Las complicaciones más importantes de la HSA son: el resangrado y el vasoespasmo. El tratamiento de elección para prevenir el resangrado es la terapia endovascular para excluir el aneurisma de la circulación. La prevención y control del vasoespasmo se realiza con nimodipino.

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